miércoles, 17 de abril de 2013

UºUºUºUº

Un título arbitrario.
30 dibujos.
30 títulos que se pueden leer en bloque.































 
 

domingo, 2 de diciembre de 2012

FIKTIOGRAF

Algunas imágenes de la exposición.
Hasta el 16 de Diciembre
 
 
DelirioMix

ArkiDram

DelirioMural

ZZZZ
 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Exposición FIKTIOGRAF

Hoy se inaugura la exposición en el Centro Huarte de Arte Contemporáneo. Estará hasta el próximo 16 de Diciembre.
Se puede descargar el catálogo desde esta dirección: http://www.centrohuarte.es/files/File/ACTIVIDADES/Fiktiograf.pdf

También puedes verlo en:

miércoles, 31 de octubre de 2012


 ZZZZ 
 
 
Consta de 15 capítulos.
Del 16 de Noviembre al 16 de Diciembre se presenta dentro de la exposición FIKTIOGRAF en el Centro Huarte de Arte Contemporáneo.
Estará disponible para descarga en la página de Editorial Pamiela.
Este que puedes ver aquí es el capítulo 2
 



Así se hizo ZZZZ
El punto de partida para ZZZZ fue un conjunto de fotografías, unas 600, tomadas en las calles de Oporto algún tiempo atrás. Imágenes capturadas sin un propósito definido, parecidas a las que hace cualquier turista mientras deambula por las calles de una ciudad desconocida.
Elegí ese conjunto de fotografías porque esa ciudad, Oporto, aparece en ellas como una sucesión de edificios, objetos, detalles, gente, sin apenas lugares singulares más allá de sus grandes puentes. Una captura caprichosa del estado de todos esos objetos urbanos sometidos al incesante ritmo del tiempo, desgastados. Y las elegí sobre todo por la impresión, muy viva, de que esas imágenes tendían a la filigrana, como si la mirada hubiera buscado a través de la cámara una lógica de patrones superpuesta a todo el escenario urbano. Una impresión sin duda provocada por la acumulación de artesonados, arabescos y patrones que se despliegan por las fachadas y los elementos urbanos, diluyéndose poco a poco desde el centro hacia la periferia, al igual que la propia ciudad se disuelve en el territorio.
La otra razón para escoger precisamente esa ciudad y esas imágenes fue  la cantidad. Aunque esto pueda parecer algo extraño, precisaba de un número tal de imágenes que provocara una sensación de amplitud, de tamaño, de tarea. Una dimensión que, en cierta manera, me intimidara. Una muestra tan amplia que pudiera ser tomada en conjunto como un interlocutor exigente y que, al mismo tiempo, adquiriera ese carácter de espacio extenso, de terreno de juego, de lugar provocador.
Una vez escogidas las imágenes configuré un sistema para permitir abordarlas todas en conjunto, creando un tratamiento que las aproximara a esa idea de espacio global en el que iba a suceder algo todavía indeterminado y que, por otra parte, fuera capaz de interpretar y de traducir las imágenes a esa impresión de que, cada una de ellas, podía  ser observada y elaborada bajo el prisma de la orfebrería, apartándolas del ilusionismo, reforzando y desplegando sus detalles.
Un rectángulo de proporción 16:9 me sirvió para recortar y encajar las imágenes con la idea de que pudieran adaptarse al formato de una pantalla. Al mismo tiempo reduje también en gran medida la cantidad de detalles. A continuación programé diversas acciones para convertir las imágenes a línea. Obtuve así unas seiscientas imágenes traducidas a un gráfico de trazo grueso eliminando todo rastro de color. Volví a procesar las imágenes una segunda vez para lograr el mismo resultado pero, esta vez, con líneas más finas. El siguiente paso, también automatizado, fue su vectorización. En ese momento las imágenes perdían casi por completo su condición original y pasaban a tener las características de un dibujo, trazos capaces de superponerse y combinarse en distintos niveles.
A partir de este material construí las aproximadamente 600 imágenes. Para ello organicé cada una de ellas en tres capas: 1- Un fondo de color creado a partir de paletas aleatorias. 2- Sobre ese fondo la primera de las imágenes traducida a trazo grueso y coloreada también mediante paletas aleatorias. 3- En la parte superior la imagen de línea en negro. Ordenada en sentido inverso, es decir, para la primera imagen se tomaba la última, para la segunda la penúltima y así sucesivamente.
Una vez construidas las imágenes busqué la forma de organizarlas en capítulos. En ese momento ya tenía la idea de darle forma de relato. Dividí el conjunto en una cifra manejable, esto es, que pudiera organizarse también espacialmente sobre una superficie, que fuera divisible por dos, por tres, por cuatro, por seis… El 36 me resultó simpático, quizás como recuerdo del primer número que aprendí a dividir mentalmente por dos por tres y por cuatro. De ahí surgieron 17 capítulos, algo fastidioso que el tiempo se ocuparía de corregir un año después para dejarlo en 15.
Fijé tres viñetas negras superpuestas al conjunto para colocar el texto de manera que formara un bloque realmente independiente de la imagen, además de evitar cualquier posibilidad de choque con los gráficos. Sobre esas viñetas escribiría con tipos blancos. Escogí Bank Gothic, una familia de tipos de larga tradición, sólo mayúsculas y con un carácter retrofuturista bastante sugerente.       
La idea de que la imagen y el texto siguieran vías diferentes está en la base de todo el proyecto. Intentar emular esa ensoñación en la que se produce una abstracción total del espacio por el que nos movemos y que acaba por dotar a ese espacio de sentidos inesperados, del mismo modo que ese espacio también termina por filtrarse en nuestra fantasía. Es la ensoñación de un paseante.
Decidí entonces escribir en primer lugar la mitad de los 17 relatos, venciendo la tentación, si surgía, de terminar cualquiera de ellos. Una vez escritas todas las primeras partes, empezaría a escribir los finales. Poner un límite de tiempo era para mí necesario. Fijé un año cuando ya llevaba seis meses trabajando en ello y bastante bloqueado. Aquí también pude comprobar que fijar un plazo es un buen desatascador. Dos de los capítulos quedaron sin terminar, no solo por un cierto respeto al plazo, también por mi incapacidad para darles continuidad. Finalmente el conjunto quedó en 15 relatos, divisible al menos por tres y por cinco.
No es que haya perseguido la banalidad, pero lo cierto es que las historias que se cuentan son tan faltas de sustancia como aparentan. En realidad siempre arrancan de alguna fugaz ocurrencia, un personaje o situación obtenidos de lecturas desordenadas e incompletas, series de televisión, innumerables lecturas ya casi olvidadas de novelas y noveluchas de ciencia ficción, algún telediario, una canción o un paseo por la calle imaginando aventuras. Iniciar una nueva historia era apenas formular una frase o crear un nombre a partir de la matrícula de un coche visto en el semáforo. Sin una historia prevista, todo sucede en pantallas sucesivas que son las que imponen el ritmo. Algo así como encender el relato para que siga su curso mientras tropieza con dibujos, reglas, lógica, casualidad y capricho.
Para forzarlo aún más me propuse escribir ajustando el texto a cada una de las líneas. Aunque quizás fuera más correcto añadir que esto fue sugerido, o mejor, inducido, por el programa utilizado para escribir sobre las viñetas, que obligaba a hacerlo de este modo. Así, el final de cada la palabra debía llegar a una cierta distancia del borde. Si era más larga o más corta había que cambiarla y si eso no era posible, se cambiaba la frase, la situación, la historia. En suma: la línea mandaba. Claro que, finalmente, esta regla no fue seguida al cien por cien, pero por lo general ha sido respetada desde la convicción de que, a falta de rigor literario, más valía tener algún muro en el que contener la arbitrariedad.
El ajuste a la línea ha terminado por ser provechoso. Obliga a escoger las palabras. En lugar de poner lo primero que se te ocurre, te fuerza a pensar una alternativa, de manera que, en cierto modo, es como si tú no lo hubieras escrito así, como si alguien estuviera dictándolo a través de una regla absurda y, a veces, bastante irritante.
Otra decisión fue no poner nombres sino iniciales o siglas. Los personajes así son menos personajes, parecen más piezas de un juego, están despersonajizados. Solo están para participar en una acción o suceso, sus identidades son simples estereotipos. Alguna vez se filtra un sentimiento, o quizás más bien alguna sensación, pero en general lo he evitado. La acción se cuenta en presente y rara vez escapa a esta regla.
Mi desapego hacia las historias que se cuentan es total. Tanto que puedo todavía leer algunas de ellas y no saber como terminan. Me lleva a pensar que quizás, al menos en parte, haya conseguido que otros ¿individuos?, ¿procedimientos?, ¿reglas?, hayan escrito por mí. Bueno,... ahora que lo pienso,… ¿no es siempre así?
Aunque el terreno natural de ZZZZ es la pantalla, en algunos aspectos el resultado ha sido distante a lo pretendido. La longitud de los textos, su falta de fluidez y la dificultad de lectura añadida por los nombres en forma de siglas, hace inviable una presentación desatendida, esto es, en forma de video o película flash. Llevar ZZZZ a ese terreno precisaría volver a descomponerlo. Por el momento la versión en PDF se adapta muy bien a la visión y al ritmo de lectura, es barata y cualquiera puede descargarla, remezclarla o reinventarla.

martes, 22 de mayo de 2012

Delirio

Ya se puede descargar desde la página de Pamiela la versión PDF de "Delirio"
Son seis capítulos y un prólogo-epílogo-índice. 720 páginas, viñetas o cuadros.
Este es el enlace:  DELIRIO